Tres razones inequívocas para estar "casi bien"

Digno Señor:
Cuando pregunto "¿cómo estás?" y mi interlocutor responde "bien", dudo. Siento envidia porque me parece pretencioso estar realmente "bien". Yo, desde que descubrí que algo me falta, siento que no puedo estarlo. Sin embargo, hoy martes, estuve lo más cerca a "bien" en varias semanas. Hoy fui feliz. Por tres razones:
  1. Porque sigo vivo (razón ineluctable para, al menos, sentir algo). Y, literalmente, podría no estarlo, luego del desafortunado incidente en la Javier Prado. Un zig-zag por los cuatro carriles al mediodía que pudo acabar mal. Y no fue.
  2. Por Lenin. Porque esa película fantástica que es "Good Bye, Lenin", made my day, recordándome que es decisión de uno ser feliz y hacer feliz a otro; que los "sueños, sueños son", y no porque lo haya dicho Calderón de la Barca, sino porque la realidad, en realidad, termina despertando las quimeras más bonitas -lo que corrobora, entonces, que no está del todo mal que uno pretenda vivir la vida real y dejar la utopía para el café-. Porque así termina siendo todo más bonito. Más real.
  3. Y por Ternero, DT del Cienciano. Por hacer de las quimeras más absurdas, realidades de portada. Por subir el autoestima de los 24 '999,999 restantes de compatriotas que lo tienen por el penúltimo lugar de la tabla de posiciones de la eliminatoria.

Mañana cuando me pregunten "¿cómo estás?" pensaré un rato y lo más probable es que diga. "Hoy no sé, pero fui feliz el martes". Quiero siete martes en mi semana. Exijo una explicación.
Quedo de Ud.